Prologo
Maquina
El único sonido que se escuchaba era el incesante pero leve pitido
proveniente de la única esquina con escombros de piedras de lo que una vez fue una habitación, la
paredes tenían agujeros donde alimañas empezaron a hacer sus madrigueras,
mientras que el piso empezaba a agrietarse, el techo tenía un agujero de donde
había atisbos de luz de la luna que
llegaban a iluminar una pequeña parte de la habitación.
Todo parecía tan natural en ese lugar que cualquier ser
inteligente se hubiera detenido a presenciar por un momento la escena delante de sus ojos
producto de años y cambios de estación que lograron crear una escena digna de
una pintura de un artista talentoso, mientras todo parecía estar en calma
(exceptuando el pitido) algo en la habitación empezó a moverse, como si el
mismísimo cuarto le molestara que algo arruinara su preciosa obre de arte, el
techo y el piso empezaron a crujir. Se podían oír los arañazos dentro de las
paredes alimañas corriendo despavoridas de un lado a otro al sentir que algo
raro ocurría muy cerca de ellos.
El pitido se detuvo, como si el mismísimo cuarto no pudiera
creerlo dejo de oírse el crujir del techo y del piso al mismo tiempo, parecía
que la atmosfera y el tiempo se detuvieran, las alimañas parecían expectantes,
no se volvieron a mover cuando el ruido se detuvo, inclusive la misma
habitación daba la sensación de mirar con fijeza la esquina, algo se empezó a mover de entre los
escombros, piedras de todos los tamaños
volaban a todas las dirección de la habitación. Algo se alzó de los escombros, una
mano… que trataba de agarrar algo desesperadamente de la nada, reflejaba la luz
de la luna, unos ojitos amarillentos se asomaban de las grietas de las paredes
expectantes por una mescla de miedo y curiosidad de saber que era esa cosa. La
habitación daba la impresión de estar
abriendo los ojos como platos al recordar que “eso” todavía siguiera hay
después de tantos años.
“Eso” ya estaba de cintura para arriba fuera de los escombros
de la esquina, la oscuridad de la habitación no dejaba presenciar cuál era su
forma, solamente la mano que poco a poco iba a alargándose de poco a poco y
dejaba ver un brazo que también reflejaba la luz, las alimañas que gracias a
ser criaturas de la noche podían ver a la forma que poco a poco se iba
levantando miraban con desconcierto mientras sus pequeños cerebros procesaban
de forma lenta la información que sucedía delante suyo, retrocedían y emitían
gruñidos amenazantes todos al unísono, esa cosa solamente le faltaba los pies
que seguían enterrados de los escombros, el ser volteo su cabeza de izquierda a
derecha lentamente, cuando al identificar lo que atrajo su atención detuvo el movimiento de cabeza, lo que
observaba era donde antes había una entrada con su respectiva puerta, solamente
quedaba la entrada que poco a poco se iba desmoronando por el tiempo, la puerta
que solía estar hay ahora estaba sepultada de polvo y pintura, caída debajo de
la entrada.
El ser caminaba tambaleándose lentamente hacia la puerta, las
alimañas dejaron de emitir ruido alguno,
al ver que esa cosa no los tomaba en cuenta decidieron huir de la habitación,
por consecuencia solamente se oían las pisadas tambaleantes del ser que poco a
poco empezaba a caminar mejor, al acercarse a la entrada se podía observar unas
escaleras que iban hacia arriba, la madera crujía mientras el ser subía de
manera lenta para no caerse, la madera iba hundiéndose a causa del peso y humedad que fue acumulándose, al salir de la
habitación subterránea el ser tuvo que poner por unos instantes un brazo en
frente suyo por la nueva cantidad
exagerada luz que salía de las ventanas
viejas de la casa, consternado el ser empezó a recorrer la casa de cuarto en
cuarto, camino directo hacia la cocina, lo único que vio fue un refrigerado
descompuesto de donde provenía una sustancia negra ya hace mucho secada, a lado
suyo una montaña de platos y tazas (la gran mayoría rotas) amontonadas a lado del lava traste, y donde
una pila de platos, tazas y ollas aún estaban por lavar, una mesita en medio de
la cocina típica del estereotipo americano en donde se podía observar un
periódico encima sobre la mesa con las palabras a un entendibles “G…A”, al ver que no había nada que le interesara empezó a
caminar tambaleándose a la entrada de la casa, tuvo que detenerse un momento y rodear con cuidado, pues había un hoyo de
donde entraba luz, gracias a una ventana que permitía su
entrada, al asomar su cabeza pudo percatarse que el agujero llevaba a la planta
baja en la que antes estaba sepultado, trato de subir al segundo piso por unas
escaleras, pero al percatarse que no podía pasar de una forma segura (pues el
hueco estaba en medio de su camino) perdió
el interés rápidamente, al llegar a la entrada se paró en seco ya que vio algo que llamo su atención, un
pequeño collar que reflejaba una luz
dorada, al acercarse y agarrar pudo presenciar lo bien elaborado que estaba el
collar y que a además tenía un pequeño aparato ovalado con una inscripción de
un nombre tallado enfrente, trato de abrirlo pero se dio cuenta que el
mecanismo que habría automáticamente con solo apretar un pequeño botón estaba trabado, pero no trato de abrirlo por
la fuerza.
Por un momento cruzo
por un momento una sensación extraña una mezcla de emociones, pesadumbre,
tristeza y afecto.
Extraño.
Es lo que pensó el ser en el momento, al no poder decidirse
qué hacer con el objeto recién adquirido decidió colgarlo a su cuello. Emitía
un chirrido molesto la puerta mientras la habría de poco a poco.
Al salir la noche misma lo envolvió con la luz de la luz de
las estrellas y de la luna, al salir la
luz de la noche dejo al descubierto todo su aspecto, era de algo fuera de lo
común, medie casi dos metros de altura, todo su cuerpo brillaba gracias a la
luz, estaba hecho de un tipo de material metálico que daba la impresión de
estar bañado en plata, tenía unos ojos color café oscuros, no tenía cabello, de
hecho en todo su cuerpo de pies a cabeza
había una clara ausencia de pelo.
El ser poco a poco se fue alejando de la pequeña casa y
mientras lo hacía se podía ver en su
pecho grabado la palabra androide, detrás en su nuca un número grabado de serie… 299.
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