Lo que Mackey junto con todo el ejército no sabían era que ese sería su ultimó día vivos.
No tardó mucho en que se cumpliera en lo que había dicho Aldon y el ejército Lucreciano diera el giro el asunto, primero dividieron sus fuerzas en cuatro partes, después toda la caballería Muleriana fue abatida por trampas cuidadosamente colocadas por los Lucrecianas en la noche anterior a la batalla y acabar aplastando al ejército Muleriano completamente, los pocos que fueron suficientemente listos y se dieron cuenta de la situación salieron desperdigados hacia el lado contrario de la batalla, el príncipe Lomman murió de un flechazo en medio de sus ojos en el fragor de la batalla y lo mismo paso con Mackey. Era imposible escapar pues era pura planicie y era el mejor para que la caballería Lucreciana los acabara atrapando y sí por casualidad llegaran a escapar por pura casualidad solo tenían dos destinos, ser devorados por animales salvajes o ghouls que seguramente serian atraídos por el olor a sangre seca, o la otra opción sería convertirse en mercenarios ya que si regresaban a sus tierras serian tachados de cobardes y por ende los mandarían a la guillotina o los torturarían para dar una lección a los otros, que a diferencia de Svart que provenía de una casa noble ellos no tendrían voz delante del rey. Eran al final simples campesinos que reclutados (obligados) a unirse al ejercito en cualquiera que se diese uno de esos casos una cosa era segura. La vida que tenían dejo de existir en el momento en que una flecha atravesara la cabeza del príncipe y la cabeza de Mackey -con una expresión de horror en ella- saliera desprendida de su cuerpo.
Ya se estaba poniendo el sol cuando los últimos atisbos
de la batalla se extinguían, los del ejercito Lucreciano seguramente empezarían
a festejar por la victoria mientras bebían en una hoguera. Al ver que ya no
seguía la lucha Aldon y Brand bajaron la pequeña montaña, Aldon entonces saco
una pequeña caja de madera. Al abrirla se pudo oír un pequeño clic. Acto
seguido empezó a sonar una bella melodía para los muertos pero terrorífica para
todos los vivos, a cualquier ser vivo que no fuera parte de la raza de Aldon se
le erizaría la piel y acto seguido moriría de un ataque al corazón. La melodía carecía de nombre pues dependiendo
de la persona sonaba diferente melodía o canción o inclusive la voz de la
persona que más quería. Solamente los muertos y otras razas especiales podían
escuchar la melodía -sin morir en el acto- que en esos momentos sonaba, era un saludo para los recién
llegados al otro lado. Mientras recorrían el camino hacia lo que quedaba del
campo de batalla se podía escuchar la melodía melancólica que provenía de la cajita, se podía escuchar
un piano y un violín, sonaba como si estuvieran peleando los dos instrumentos
para ver quien llamaba más la atención, pero no de una manera desafinada o sin
orden, la melodía tenia ritmo y por sobretodo se escuchaba como si un
compositor talentoso le hubiera tomado toda una vida solo para componer solo un
fragmento de lo que se escuchaba.
-Espera, ¿no había dicho que se tardaría en explicarme
por lo menos un día completo el cómo ganarían el ejército Lucreciano al ejercito
Muleriano?- Le recordó Brand a Aldon. –Así es-afirmo mientras avanzaba cada vez más cerca de los cuerpos Aldon.
Iba a reprochar acerca del porque no lo hizo pero recordó las palabras que le dijo Conall el
amigo más cercano a Aldon. —Es muy posible que Aldon no siempre te responda a
las preguntas que le hagas y si lo hace solamente te dará evasivas o te
empezara a insultar- dijo Conall al joven Brand antes de partir a su misión –A
él no le gusta que la gente pregunte sin antes siquiera pensar una respuesta
propia.— A Brand no le hizo mucha gracia las palabras de Conall pero se lo tomo
como broma porque se sabía que le gustaba gastar bromas pesadas a los demás.
Brand pensó que le había dicho eso para espantarlo y se carcomiera la cabeza
mientras pensaba en sus palabras.
–Es un pena que no le haya puesta atención a sus palabras-decía Brand en
voz baja para que Aldon no lo pudiera escuchar, seguramente no se lo dijo para
que se acabara la conversación lo más rápido posible aunque no le irritaba su actitud. A veces le cruzaba
en la mente si no era mejor ponerle la pierna mientras caminaba entre
excrementos de caballo, pero esa idea la descarto rápidamente por dos razones,
uno era porque al final si lo hacia el que lo iba a pasar mal al final sería á
el por ponerle la pierna a su superior. Ya que había escuchado que si a un
instructor lo llegaban a molestar podría hacer que lo regresaran a la academia
a aprender lo básico una vez más y la segunda razón era porque “al fin de
cuentas, aunque a veces (la gran mayoría de las ocasiones) se comportaba como
un idiota en realidad no era mala persona y no trataría de hacerle daño alguno
a los demás” - eso era lo que le decía
Conall a los demás- aunque claro se podría decir que a ojos de otras razas era
lo contrario.
-Saca de una vez la linterna antes de que lleguen lo
seres indeseados -apuntaba con su dedo la cintura a la lámpara que colgaba de
Brand.
-Entendido-afirmo
mientras sacaba una lámpara con forma de jaula e inmediatamente puso dentro un
tipo de roca especial que al contacto con el interior de la lámpara empezó a
emitir una luz azulada. El cerebro de Brand hizo un suspiro imaginario — ¿Qué
hubiera pasado de no saber lo que tenía que hacer? ¿Me hubiera mandado a la
academia?
Acto seguido unas esferas se empezaban a desprender de
los cuerpos de los soldados caídos y empezaban a formar una línea ordenada para
entrar a la lámpara. Solo unos pocos trataban de resistirse pero al poco rato
cesaban y lentamente se unían a la fila.
Mientras Brand sostenía la lámpara empezó a recordar las
primeras clases en la academia, entre lo que más recordaba era su profesor que
impartía la materia “monstruos y seres místicos”. Mientras recolectaba las
almas le vino a la mente una de las tantas clases que tuvo en esa materia.
La razón principal del
porque eran dos y no un solo individuo haciendo el trabajo era para que uno
cuidara al otro al momento de hacer lo que denominaban ellos “cosechar” las
almas-decía su maestro mientras se acomodaba en su asiento y miraba fijamente a
sus estudiantes- pues podía ocurrir que llegaran a surgir complicaciones con
seres que solo existían para saciar su hambre. Uno de los tantos seres eran criaturas que alguna vez fueron humanos o
elfos que rechazaron la vida y le dieron la
bienvenida a las artes oscuras y por consecuencias cuando su vida
tendría que haber acabado no lo hacía y por ende no solo el cuerpo se empezaba
a pudrir sino también el alma. En vez de querer comer carne o pan sentían un
hambre por otros seres.-en ese momento Brand recordaba que su maestro encendía
un cigarro, aun recordaba el olor a su
cigarro que, aun cuando no les afectaba en lo más mínimo a ellos eso no detenía
el hecho que su cuerpo se volviera adicto a ello-.
Más precisamente por carne viva y que gritara al momento
de ser devorado, a esos se les denominaba loogaroos. A aquellos que no se les
daba caza o escapaban de sus perseguidores con el paso del tiempo su alma y
cuerpo se funcionaban a una criatura de vileza pura que solamente la alma de
los seres vivos podían saciarlos. A esos seres se les llamaba segadores aunque
en otras regiones se les llamaba de diferentes formas y en algunas culturas
inclusive se les llegaba a adorar.
Esa
era una de las tantas tareas de Aldon y Brand junto con toda su raza, recolectar
las almas de los ya caídos y exterminar a la mayoría de segadores posibles.
Al ver que la fila ya estaba disminuyendo los dos individuos
se les notaba más relajadas, porque sabían que si no se había presentado ningún
ente oscuro mientras la gran mayoría de las almas aún estaban en la fila
entonces significaba que no había ningún ente maligno cerca o que simplemente
no les interesaba tener una confrontación con los dos individuos.
Aunque
los segadores eran muy numerosos eran pocos inteligentes a la hora de oler un
alma, pero eso no significaba que no existieran otros serán más oscuros e
inteligentes que habitaran en lo más recóndito del planeta o de otras
existencias.
-Bueno nuestro trabajo ya está hecho vámonos de una vez antes de que se cruce
alguna molestia inesperada.
Brand afirmo con la cabeza, tampoco quería estar envuelto
en algún problema y menos con semejante carga que en esos precisos momentos
llevaba en su cintura.
Mientras se alejaban se podía ver como emergían los
primeros signos de un nuevo día que se avecinaba.
-Otro día en el trabajo-decía Aldon con una pequeña
sonrisa amarga, mientras caminaba lejos junto con Brand a su lado.
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